La Revolución Oriental
El comienzo de la revolución
El 13 de febrero de 1811 el virrey español
Elío le declaró la guerra a la Junta que se había formado en Buenos Aires. Ésta
respondió con un llamado a los pueblos de todo el virreinato para que se
sumaran en la lucha contra los españoles.
Dos días después de la declaración de guerra, Artigas abandonó el Cuerpo
de Blandengues (español) y huyó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios a la
Junta. En ese entonces Artigas tenía 46
años y una larga experiencia en el medio rural. Como blandengue, se había
ganado el respeto de los hacendados y de los paisanos. Su carácter también le
había permitido una buena relación con los gauchos. Este conocimiento de la
gente de la campaña, de sus necesidades y de los abusos de Montevideo, pesó en
la decisión de pasarse a la causa revolucionaria.
La campaña en armas
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Los paisanos, hacendados y gauchos estaban cansados
de los impuestos y pedidos de ayuda forzosa en hombres, caballos y dinero que
realizaba el gobierno de Montevideo para la lucha contra Napoleón y contra la
guerra iniciada con Buenos Aires. Entre otras medidas el virrey había ordenado que
se regularizaran los títulos de propiedad, amenazando con quitar los campos a
quienes no lo hicieran. Esto aumentó el malestar en los hacendados. En estas
condiciones no fue difícil reunir voluntarios para luchar en contra del virrey.
Los mismos hacendados junto con sus peones se pusieron al frente de los
primeros levantamientos.
La revolución oriental comienza con el "Grito de Asencio", el 28 de febrero de 1811, realizado por Pedro Viera y Venancio Benavidez, que al frente de un grupo de hombres ocuparon ese mismo día la ciudad de Mercedes y al día siguiente, Santo Domingo de Soriano. Poco después, se incorpora San Salvador (Dolores) mientras Pedro Viera marchaba hacia Paysandú. Este episodio que los historiadores llaman “Grito de Asencio” fue para Artigas la “admirable alarma”, porque tras él se sucedieron levantamientos en toda la campaña. De esta manera en dos meses solo Montevideo y Colonia permanecían bajo el poder español.
La revolución oriental comienza con el "Grito de Asencio", el 28 de febrero de 1811, realizado por Pedro Viera y Venancio Benavidez, que al frente de un grupo de hombres ocuparon ese mismo día la ciudad de Mercedes y al día siguiente, Santo Domingo de Soriano. Poco después, se incorpora San Salvador (Dolores) mientras Pedro Viera marchaba hacia Paysandú. Este episodio que los historiadores llaman “Grito de Asencio” fue para Artigas la “admirable alarma”, porque tras él se sucedieron levantamientos en toda la campaña. De esta manera en dos meses solo Montevideo y Colonia permanecían bajo el poder español.
Artigas, era el líder que la revolución
necesitaba, y cuya autoridad nadie discutía. Estaba al frente de lo que el
mismo Artigas llamó el "ejército nuevo", compuesto por
peones de estancias, hombres sueltos, indios y hasta esclavos que fugaron de
sus dueños. También fueron importantes los curas de la campaña, ya que tenían prestigio
y gran ascendencia sobre la población rural. Los hacendados, capataces y
oficiales militares, serían los que llevarían el mando de las fuerzas.
Aquí cada hombre aportaba su caballo y armas, que muchas veces eran sus herramientas de trabajo. Habían pocas armas de fuego y su fuerza especial era el empuje arrollador de su caballería, al que se sumaba la destreza y valor de sus hombres.
El ejército oriental contaba con hombres de todos los sectores sociales, sin experiencia profesional pero con rudeza por sus faenas rurales.
Las armas de fuego, muy escasas y rudimentarias, como el fusil de chispa, escasos y pesados cañones. Las armas más abundantes y fundamentales eran la lanza, espada y boleadoras.
Aquí cada hombre aportaba su caballo y armas, que muchas veces eran sus herramientas de trabajo. Habían pocas armas de fuego y su fuerza especial era el empuje arrollador de su caballería, al que se sumaba la destreza y valor de sus hombres.
El ejército oriental contaba con hombres de todos los sectores sociales, sin experiencia profesional pero con rudeza por sus faenas rurales.
Las armas de fuego, muy escasas y rudimentarias, como el fusil de chispa, escasos y pesados cañones. Las armas más abundantes y fundamentales eran la lanza, espada y boleadoras.
Grito
de Asencio, óleo de Jorge Calasso
La batalla de Las Piedras: el primer triunfo de la
revolución en el Río de la Plata
El primer enfrentamiento con los españoles de Montevideo se acercaba. El virrey Elio había ordenado a sus soldados a instalarse en Las Piedras para alejarlos de la ciudad de Montevideo. Esta ciudad aún española estaba cerrada por tierra y había empezado a quedarse sin víveres.
Artigas con sus fuerzas se ubicó en Nuestra Señora de Guadalupe de Canelones, el 12 de mayo, para vigilar al enemigo que acampaban en Las Piedras. Los orientales contaban con unos mil hombres, los españoles eran similares en número y al igual que su enemigo, tampoco eran buenos soldados
Allí,
por primera vez Artigas estaba al mando de un ejército y en una batalla de la
que saldrá victorioso, gracias a una gran estrategia militar, venciendo al
español José de Posadas.
El jefe de los orientales mostró su grandeza, pidiendo “clemencia para los vencidos” en contra de la costumbre de la época que indicaba fusilar a los enemigos. Gracias a esta victoria los orientales obtuvieron el control de toda la campaña oriental y los derrotados españoles debieron refugiarse detrás los muros de Montevideo.
El jefe de los orientales mostró su grandeza, pidiendo “clemencia para los vencidos” en contra de la costumbre de la época que indicaba fusilar a los enemigos. Gracias a esta victoria los orientales obtuvieron el control de toda la campaña oriental y los derrotados españoles debieron refugiarse detrás los muros de Montevideo.
El primer sitio a la ciudad de
Montevideo
Pocos días después de la victoria, los orientales sitiaron Montevideo. Artigas desde el campamento del Cerrito, pidió la rendición de la plaza y estaba convencido de que era el momento propicio para ganarle a Montevideo, no dejarlos recuperarse de la batalla de Las Piedras, pero debió esperar la llegada de las órdenes desde Buenos Aires.
El 10 de junio de 1811, llegaba desde Buenos
Aires a su cuartel en Arroyo Seco, José Rondeau, máxima autoridad
de la Banda Oriental, su idea era esperar a que la ciudad se rindiera por el
hambre.
Pero Montevideo no era fácil de derrotar, estaba defendida por una muralla, muchas armas y embarcaciones para vigilar el Río de la Plata y bloquear al puerto de Buenos Aires. Además Elío mantenía contacto con la princesa Carlota buscando ayuda en Brasil. Para evitar un levantamiento dentro de la ciudad que estaba siendo sitiada, el gobernador Francisco de Elío decidió expulsar a todos los vecinos que se sabían eran favorables a la revolución, de ahí que también expulsaran a varios frailes franciscanos a las afueras de la ciudadela.
Pero Montevideo no era fácil de derrotar, estaba defendida por una muralla, muchas armas y embarcaciones para vigilar el Río de la Plata y bloquear al puerto de Buenos Aires. Además Elío mantenía contacto con la princesa Carlota buscando ayuda en Brasil. Para evitar un levantamiento dentro de la ciudad que estaba siendo sitiada, el gobernador Francisco de Elío decidió expulsar a todos los vecinos que se sabían eran favorables a la revolución, de ahí que también expulsaran a varios frailes franciscanos a las afueras de la ciudadela.
Fueron meses de angustia para los montevideanos.
Desde mediados de mayo no había carne fresca en la ciudad y hasta el tasajo
(carne salada y seca) había empezado a faltar, a igual que el pan. Finalmente
la ayuda de los portugueses alivió la situación. Barcos con víveres venidos del
Brasil y casi 7000 soldados dieron un respiro al virrey. La ciudad de Buenos Aires comenzaba a ser
bombardeada.
INVASIÓN PORTUGUESA
Y ARMISTICIO
Con el paso de los días el ahora virrey del Río
de la Plata, Francisco de Elío, solicitó la ayuda de los
portugueses, que contaba con la española, hermana de Fernando VII, Carlota
Joaquina, esposa del rey Juan de Portugal, la cual tenía aspiraciones sobre las
colonias americanas.
Por eso, el 10 de julio de 1811, las fuerzas portuguesas comenzaron la invasión al territorio oriental para ayudar a los españoles.
Para los orientales significaba desgastarse continuando el sitio de Montevideo y además una posible guerra con los portugueses. La situación de Buenos Aires no era mejor, estaba bloqueada por mar por los españoles y amenazada por tierra desde Alto Perú. A todo eso se le suma continuos conflictos internos por sucesivos cambios de gobierno, formándose ahora un Triunvirato para reemplazar a la Junta Grande.
Por todo esto, Buenos Aires se mostró dispuesto a negociar un armisticio con el gobierno español en Montevideo. Los españoles estaban dispuesto también porque temían que los portugueses terminaran quedándose con la Banda Oriental, como lo deseaban desde hace tanto tiempo.
El armisticio dispondría: los gobiernos de Buenos Aires y Montevideo se comprometían finalizar la guerra y dejaban para el futuro la solución de sus diferencias. Montevideo debería levantar el bloqueo al puerto de Buenos Aires y el cese de las fuerzas españolas del Alto Perú que amenazaban Buenos Aires. Buenos Aires, a su vez, dispondría el levantamiento del sitio de Montevideo y el retiro de sus fuerzas de la Banda Oriental, que nuevamente quedaría bajo el poder español.
Por eso, el 10 de julio de 1811, las fuerzas portuguesas comenzaron la invasión al territorio oriental para ayudar a los españoles.
Para los orientales significaba desgastarse continuando el sitio de Montevideo y además una posible guerra con los portugueses. La situación de Buenos Aires no era mejor, estaba bloqueada por mar por los españoles y amenazada por tierra desde Alto Perú. A todo eso se le suma continuos conflictos internos por sucesivos cambios de gobierno, formándose ahora un Triunvirato para reemplazar a la Junta Grande.
Por todo esto, Buenos Aires se mostró dispuesto a negociar un armisticio con el gobierno español en Montevideo. Los españoles estaban dispuesto también porque temían que los portugueses terminaran quedándose con la Banda Oriental, como lo deseaban desde hace tanto tiempo.
El armisticio dispondría: los gobiernos de Buenos Aires y Montevideo se comprometían finalizar la guerra y dejaban para el futuro la solución de sus diferencias. Montevideo debería levantar el bloqueo al puerto de Buenos Aires y el cese de las fuerzas españolas del Alto Perú que amenazaban Buenos Aires. Buenos Aires, a su vez, dispondría el levantamiento del sitio de Montevideo y el retiro de sus fuerzas de la Banda Oriental, que nuevamente quedaría bajo el poder español.
Las asambleas orientales
Las noticias de un posible acuerdo entre Buenos
Aires y Montevideo causó una gran inquietud en el campamento oriental. Los
orientales se sentían abandonados por el gobierno bonaerense que no los había
consultado en las tratativas del armisticio.
Para explicar esta situación, Rondeau convocó a
una asamblea de los principales vecinos en armas, para explicarles la
situación,
Se realizarán dos reuniones, conocidas como las
Asambleas Orientales, con una gran importancia.
ASAMBLEA EN LA PANADERÍA DE VIDAL
Los vecinos se reunieron el 10 de
setiembre de 1811, donde los orientales manifestaron su oposición al
armisticio y se declararon dispuestos a mantener ellos solos el sitio,
para permitir que los bonaerenses se enfrentaran a los portugueses.
Pero las negociaciones entre Montevideo y Buenos
Aires continuaron. Frente a la inminencia del acuerdo, los orientales le
pidieron otra reunión.
ASAMBLEA DE LA QUINTA DE LA PARAGUAYA
se realizó el 10 de octubre de 1811, con la presencia de los
delegados bonaerenses que negociaban el armisticio. Los orientales se
manifestaron nuevamente contrarios al acuerdo, pero abandonarían el sitio bajo
protesta. Pero allí ocurrió uno de los hechos más importantes de nuestra
historia, por primera vez en nuestro suelo se ejercía el derecho a la
soberanía, cuando eligieron por unanimidad a José Artigas como JEFE DE LOS ORIENTALES. Su autoridad era
indiscutida pero ahora lo hacían con un pronunciamiento formal de una asamblea,
y le daba un carácter más democrático al poder de Artigas.
El 12 de octubre las fuerzas orientales
comienzan a retirarse de los alrededores de Montevideo. Cuando se encontraban
en el cruce del río San José, ser recibió la noticia de la firma del
armisticio. Entonces se realizó una nueva asamblea, el 23 de octubre, en Paso
de la Arena. Allí decidieron abandonar su suelo natal, preferían la
incertidumbre del exilio que sufrir la represalia del gobierno de Montevideo o
ser atropellado por las fuerzas portuguesas que se mantenían en la campaña.